#VxE - Capítulo 3: Por una educación que nos haga #MásAuténticas

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Por: Mayra Caballero


Observación

Hace algunos años, Andrea Murillo tomó la decisión de estudiar Educación en la Universidad Femenina del Sagrado Corazón. En un país en donde más de la mitad de docentes no quiere que su hijo o hija sea docente, Andrea fue firme en su primera gran decisión profesional. 

Al terminar su carrera, llegó su segunda decisión más importante: postular al Programa de Liderazgo de Enseña Perú. Después de pasar por el proceso de postulación, llegó a la etapa final donde fue seleccionada, entre más de tres mil profesionales de todo el país, para pertenecer a la décimo tercera promoción de PEP (Profesionales de Enseña Perú). Fue aún más grande su sorpresa al descubrir que había sido asignada como docente de la I.E. San Juan Apóstol en Arequipa, su región natal. Ahí, con un propósito claro, iba a enseñar a estudiantes de 3ero A de primaria, quienes son las protagonistas de esta historia. 

Llegó marzo y, con ello, el inicio de clases. Después de dos años de educación a distancia, todos volvían a la escuela y Andrea estaba emocionada, ya que por primera vez, podría conocer a sus estudiantes cara a cara, compartir aprendizajes y vivir esta experiencia formativa como PEP en un año tan relevante para la educación del país y el mundo.

Sin embargo, admite que el reto educativo se volvió más complejo de lo esperado: “Dos de mis estudiantes, Lucero y Dilma, llegaron sin saber leer ni escribir”, comenta. Además, cada una de sus 36 estudiantes tenía una historia personal compleja detrás. Ello se evidenciaba en los comportamientos, actitudes y pensamientos. “Mis estudiantes estaban empezando a normalizar la violencia y la idea de que, por ser mujeres, eran menos, no eran inteligentes y no merecían respeto”, nos cuenta. 

Pero, Andrea, tenía la expectativa de reducir las brechas académicas. Trabajando con las mismas estudiantes, diversos docentes y padres de familia, entendió la complejidad del reto educativo. A lo que ella se preguntaba, “¿Cómo puedo llevar una educación trascendente, desde el aula a mis estudiantes?” 

¡De lápiz a lapicero!

Tomando en cuenta lo aprendido en la formación del Programa de Liderazgo, en el ámbito académico, aterrizó una serie de tácticas que le permitieron cerrar algunas brechas de la educación virtual, mejorar el clima de aula y la autoestima de cada una de sus estudiantes.

Además, se propuso, junto a Lucero y Dilma, aprender a leer y empezar a escribir. Con horas extra de mucho esfuerzo y perseverancia, ambas estudiantes hoy son capaces de leer textos de su año y de escribir oraciones y frases sencillas.

Mientras que para responder al clima del aula, una de las tácticas utilizadas fue el “Tracker de emociones”. Esta herramienta individual contiene imágenes que expresan emociones, numeradas del 1 al 30. Cada día, las 36 estudiantes colorean la emoción con la que se identifican en el momento y reflexionan sobre cómo manejar esa emoción durante el día. “A través del tracker, busco que mis estudiantes entiendan que las emociones son pasajeras. Un día puedo estar enojada por algo que me pasó y, al día siguiente, feliz. Es importante reconocerlas y aprender a gestionarlas”, resalta Andrea.

Ella notó que una manera de empoderar a sus estudiantes, tomando en cuenta el grado en el que se encuentran, era demostrarles que son capaces de cambiar su lápiz por un lapicero. Este cambio era una manera de demostrarles que habían crecido y estaban listas para asumir retos más grandes… para verse como niñas capaces de cumplir sus más grandes sueños.

En colectivo por la educación

Andrea se preguntaba cómo podría hacer de este paso del lápiz al lapicero aún más especial por lo que recurrió al apoyo de la comunidad, sus amigos y familia. Juntos, trabajando colectivamente, imaginaron e hicieron realidad un evento significativo para las estudiantes. 

El viernes 22 de julio, las estudiantes asistieron a su último día de clases del segundo bimestre en el que Andrea las esperaba con muchas sorpresas. Para empezar el día, junto a la profesora de Educación Física, diseñaron una Gymkhana con la que tuvieron una mañana llena de actividades y juegos en el aula que las llenó de energía. 

A la hora del almuerzo, Andrea les llevó pizzas artesanales que había preparado el día anterior junto a algunos de sus amigos. Para muchas de las estudiantes, esta fue la primera vez que probaban esa comida. 

Finalmente, cada una recibió una cartuchera con dos lapiceros dentro. Este último regalo fue el más especial ya que, dentro de la cartuchera, encontraron una carta escrita por Andrea en donde, a cada una, les resaltó sus cualidades y las felicitaba por haber crecido tanto en estos primeros meses. Así, con una sonrisa y muchos abrazos, se despidieron, partieron a sus casas e iniciaron sus vacaciones.

Esta historia está siendo posible gracias al trabajo colaborativo con de Andrea, docentes, la directora,  padres y madres de familia de la I.E San Juan Apóstol, junto con nuestros aliados en la región Arequipa, como La Ibérica, que apoya las iniciativas de Enseña Perú desde hace 4 años.