“El quechua no traduce: Construye mundos.
“El quechua no traduce: Construye mundos. Arguedas y la dignidad cultura desde Yanque”
En el corazón del Perú profundo, donde la lengua quechua aún se escucha al amanecer entre chacras y cerros, las palabras no solo comunican: resisten. En mi comunidad de Yanque, en Caylloma, muchos adultos mayores aún saludan en quechua, una lengua que parece retroceder cada año ante la indiferencia oficial. En ese contexto, la obra de José María Arguedas no es solo literatura: es memoria viva y también lucha. Este ensayo reflexiona sobre cómo Arguedas, al integrar la lengua originaria quechua en su narrativa, no solo rompió esquemas literarios, sino que reivindicó la dignidad cultural de los pueblos andinos, abriendo un camino para pensar el Perú como una nación verdaderamente pluricultural.
José María Arguedas no fue solo un novelista: fue un puente entre dos mundos, como él mismo lo vivió desde niño. Al haber crecido junto a comuneros quechuas y aprendido su idioma antes que el castellano, su literatura nace de una vivencia auténticamente bicultural. En obras como Los ríos profundos o Yawar Fiesta, Arguedas introduce el quechua no como un adorno folclórico, sino como una estructura interna que da forma y sentido a su narrativa. No traduce el mundo andino: lo escribe desde dentro, con el lenguaje que lo sostiene.
En Los ríos profundos, el protagonista Ernesto afirma:
“Yo tenía dos lenguas. Con una hablaba con mi padre, con el señor director, con las personas principales. Con la otra hablaba con los indios...”
Esta frase resume el desgarro pero también la riqueza de vivir entre dos universos culturales. Ernesto no reniega de ninguna lengua: las vive en conflicto, pero también en posible armonía. Como él, muchos jóvenes en zonas andinas sentimos aún hoy esa división interna. En Yanque, por ejemplo, aunque muchos entienden el quechua, ya no se atreven a hablarlo por miedo o vergüenza. Arguedas, entonces, nos ofrece una voz para sanar esa fractura.
Desde lo literario, su estrategia fue innovadora. Según el crítico Ángel Rama, la narrativa de Arguedas representa una forma de transculturación, en la que "la lengua del dominado entra en la literatura escrita por el dominador" (Rama, 1982, p. 51). No se trata solo de incluir palabras quechuas, sino de impregnar el castellano con la musicalidad, el ritmo y la cosmovisión andina. En ese sentido, Yawar Fiesta muestra con fuerza cómo la comunidad negocia con el Estado y con la modernidad sin perder su alma colectiva.
La incorporación del quechua es también un acto político. Frente a un país históricamente dividido entre “la costa culta” y “la sierra atrasada”, Arguedas propone una literatura donde el indígena no es objeto de estudio, sino sujeto de palabra. En sus textos, la lengua originaria no es menor, sino mayor: es el canal de las emociones, la memoria, la historia, la espiritualidad. En ese gesto hay una afirmación profunda: la cultura andina no necesita ser traducida, necesita ser escuchada.
Incluso en textos como El zorro de arriba y el zorro de abajo, su última obra, Arguedas mezcla géneros, lenguas y registros para mostrar un Perú en transformación, donde la identidad no es fija ni pura, sino mestiza, tensionada, diversa. El mismo Antonio Cornejo Polar, gran estudioso de su obra, afirma que Arguedas nos desafía a imaginar un país "sin jerarquías entre lo blanco y lo indio, entre el castellano y el quechua, entre lo moderno y lo ancestral" (Cornejo Polar, 1984, p. 27).
Volver a leer a José María Arguedas en el siglo XXI es una urgencia. No porque su obra pertenezca al pasado, sino porque su mensaje sigue siendo ignorado: el Perú aún no abraza su diversidad como riqueza. En Yanque, donde aún sobrevive el quechua en las esquinas del alma, esta lectura es también una invitación a revalorar nuestras raíces, nuestras lenguas y nuestras historias. Arguedas no buscó solo conmover: quiso transformar. Y su legado sigue abierto para los jóvenes que, como yo, creemos que el futuro del Perú no está en borrar las diferencias, sino en hacerlas convivir con dignidad.
Pseudónimo: Manu